jueves, 29 de mayo de 2025

No me digas

 


No me digas que me victimizo.
Mira… solamente mira mis ojos,
y verás mi suplicio.

No me mientas.
No digas que soy la víctima,
cuando tú, en el fondo,
no lo crees así.

No me pidas que me calme,
que baje dos rayas,
porque no entiendes
el dolor que cargo en el alma.

No me pidas que me tranquilice,
cuando tú fuiste el primero
en empujarme hacia las ruinas.
No puedes negarlo…
sabías mi historia.

No me pidas que me calle ya,
porque cuando te hablé,
te reíste de mí.

No me digas que no soy la víctima,
cuando tú conocías cada parte de mi historia.

No me digas,
no me digas que deje de hablar.
Porque aunque quieras callarme,
yo seguiré gritando…
hasta el más allá.

Y no me pidas que vaya hasta allá
solo para probarte que digo la verdad.

No me ruegues.
Ya no te creo.
Porque cuando supliqué tu creencia…
tú me diste la espalda.

No me pidas.
No me mires.
No me supliques.
Porque yo… ya dejé de mirarte.

No me digas que ahora me crees,
cuando al contarse la historia…
te hiciste a un lado.

No me digas, por favor,
que lo olvide ya.

Estoy harta de todos los demás.

No me digas que me calme,
porque en el suplicio más hondo…
nadie, absolutamente nadie,
me acompañó.


 

martes, 27 de mayo de 2025

Un dolar tarde

 

Hoy vi a una señora bajar del bus
con la prisa en la mirada y el dólar en la mano.
No alcanzó a pagar.
No porque no quisiera,
no porque se hiciera la distraída.

Solo bajó…
Y cuando ya estaba en la calle,
con el billete listo,
ya era tarde,
porque el bus había partido.

Se sintió culpable.
Culpable por un dólar.
Por un gesto que nadie vio con atención,
pero que a ella le pesó como si fuera un crimen,
uno que condenó a un pobre vendedor.

Y me dolió.
Porque no era solo el dinero,
era su vergüenza,
su tristeza silenciosa,
su forma de pedir perdón al viento.

Aunque no era su intención,
lo percibió como el peor crimen,
y se condenó a sí misma…
sin querer.


 

jueves, 15 de mayo de 2025

NO ERA NORMAL

 

Me tocaban.
Y yo pensaba
que así era normal.
Porque era mayor,
porque él era menor,
porque no entendía,
porque nadie me dijo
que eso también era violencia.

Normalicé.
Sus manos,
sus miradas,
sus silencios rotos.
Y el mío.

Pensé que estaba mal sentir asco.
Pensé que debía aguantar.
Que ser tocada sin querer
era parte de crecer.

Y un día me dolió tanto
el cuerpo,
la culpa,
el silencio,
que quise lastimarme
para ver si dolía distinto.

Porque no sabía cómo gritar.
Porque nadie me escuchaba
cuando callaba.

Hoy sé
que no era normal.
Que no era culpable.
Que no fue mi culpa.

Y te hablo a vos.
Que sentís el mismo nudo,
que pensás que exagerás,
que te acostumbraste a sufrir en voz baja.

No.
No era normal.
No es normal.
No tiene que seguir siéndolo.

Tu cuerpo es tuyo.
Tu historia importa.
Y tu voz merece romper
todo lo que otros
te hicieron callar.

No calles más.
Porque normalizar
no es una solución,
solo una opción.

 Normalización de la violencia de género cómo obstáculo metodológico para su  comprensión

lunes, 12 de mayo de 2025

Un año pasó

 

Una fecha que irradiaba felicidad
se convirtió en un sueño sin igual.
Cuando creí que podía avanzar,
recordé el día en que se manchó mi paz.

Ha pasado ya un año desde entonces,
desde el momento en que me tocaste.
Quizás sea imposible olvidarlo,
pero vale la pena intentarlo.

Sé que me costará, lo sé,
pero han pasado 365 días
y es hora de empezar a soltarlo.

Tal vez sea difícil,
pero no será imposible.
Es un nuevo comienzo,
cerraré los ojos
y volveré a avanzar.

Las críticas y los malos comentarios
deben quedar atrás.
Así como olvidé dos heridas similares,
debo dejar esta, la tercera, en el olvido.
Tal vez duela un poco,
pero avanzaré,
y con el tiempo, lo olvidaré.

Debo mirar hacia el futuro,
dejar este pasado oscuro
debajo de la alfombra,
oculto entre la basura
que he recogido en mi andar.

Debo soltar este momento
para encontrar mi felicidad,
y permitir que otros también la vivan,
sin cargar con mi dolor
ni con la culpa por no escuchar.


 

viernes, 9 de mayo de 2025

La dualidad de las emociones

 

Gracias por no soltarme,
Ni siquiera cuando yo quería hacerlo.
Me ayudaste a no caer,
Gracias por estar ahí,
Cuando más inestable me sentía.

No entiendo por qué,
No sé por qué estuviste,
Pero estuviste en el momento más frágil de mi vida,
Cuando me estaba perdiendo a mí misma.

Sé que es difícil de comprender,
Porque alguien como yo,
¿Cómo pudo merecer tanto?
Y a la vez, tan poco.
Pero contigo, volví a renacer,
Encontré en ti un sostén,
Alguien que no me juzgó,
Que no me dejó caer.

Ahora sé que tomaremos caminos distintos,
Pero siempre te agradeceré,
Por estar ahí,
Por ser esa pieza que siempre estuvo,
A pesar de todo.

Es difícil de explicar,
Pero te agradezco,
Porque, a pesar de todo, estuviste,
Cuando nadie más lo estaba.
Estuviste conmigo cuando más débil me sentía.

Ahora entiendo por qué,
Tal vez fuiste mi ancla,
Para volver a ser yo.
Pero me estoy perdiendo de nuevo,
Y sé que esta vez, ya no estarás aquí.

Es tan difícil de explicar,
Que me haya perdido a mí misma otra vez.
Tal vez sea tarde para aprender,
Que volveré a ser yo,
Pero no puedo.
Es tan difícil comprenderme.

¿Acaso puedes juzgarme por no poder?
Ahora no me juzgues,
Solo escúchame,
Tenme paciencia,
Y gracias por sostenerme.


 

Yin y Yang

 

Mi vida es como un complemento,
que, unido a otro, forma un segmento;
dos mitades en constante tensión,
dentro de mí, buscando redención.

Me siento como un yin en oscuridad,
perdido, esperando por un yang de claridad,
un destello que me quiera abrazar,
y me recuerde cómo respirar.

Pero ¿qué más se puede hacer, si la vida
se ha vuelto, cada vez más, una herida?
Donde la muerte camina indiferente,
y vivir, cada día, se vuelve obediente.

Obediente a seguir existiendo,
aunque por dentro me esté deshaciendo.
Quisiera romper este viejo vínculo,
pero se ha vuelto mi único estímulo.

Como un hilo que no puedo cortar,
aunque me duela, aunque me haga sangrar.
Un lazo que, sin yo elegirlo, persiste,
en este capítulo donde el dolor insiste,
como sombra que a mi alma resiste,
y en cada intento de luz, aún existe.

 
Yin y yang

jueves, 8 de mayo de 2025

Y aun asi camine

 

Pensé que era solo una actividad,
una pausa inocente, un cambio de ritmo,
pero el miedo no avisa,
ni el abuso se presenta con banderas rojas.

Fui la única mujer en un juego sucio,
una ficha más en manos de un destino cruel.
Me tocó, me midió,
como si mi cuerpo fuera su propiedad,
como si mis no fueran un "sí" fácil.

Me defendí con palabras firmes,
con un perro que se interpuso entre nosotros,
con el peso de la dignidad rota
pero intacta.
Y aún así, su insistencia no se apagó,
me acosó como si el silencio fuera mi respuesta.

El 12 de mayo fue la gota final:
me abrazó por la fuerza,
intentó derribarme al suelo,
y en su insistencia, su toque se hizo violencia.
“Solo una vez”, decía.
Pero mi cuerpo nunca dio su consentimiento.

Lo que era un juego, se volvió una pesadilla,
y en su ausencia, el miedo seguía
donde él ya no estaba.
Correr me salvó,
pero el juicio de otros aún me alcanzó:
“¿Por qué no lo golpeaste?”,
“¿Y si te quiere?”.
Pero hoy, ya no soy la culpable.
Hoy sé que mi dolor es mío,
y mi fuerza también lo es.

 20 ideas de Foto - Naturaleza, mujer y delicadeza | foto, fotografia,  fotografía

Cada Año Duele

 

Me pides que lo olvide.
Pero dime, ¿cómo se olvida
lo que cada año vuelve a sangrar?
Quizás para ti sea fácil soltar palabras,
pero en mí —
se ha vuelto una carga que no deja de pesar.

Me duele esta certeza:
nunca fui suficiente.
Solo una pieza errante,
una sombra adherida a tu deseo,
usada para saciar
tus emociones rotas, incoherentes.

Ah, el destino…
Me hizo jugar en un tablero marcado,
apostando a un azar
donde siempre fui el perdedor.
Aun así,
me aferré a la ilusión
de salir como un vencedor.

El destino juega sucio,
me ofreció esperanzas disfrazadas de suerte.
Y aunque sabía que iba a perder,
seguí apostando a la mentira,
esperando —
que algún día terminara siendo el ganador.

 Die Zeit vergeht Foto & Bild | alt, antik, musik Bilder auf fotocommunity

Te amé incluso en tu ausencia

 

Una fecha que pronto se aproxima,
un día marcado por algo especial:
el instante en que las luces se encendieron
para mostrar tu ser —valioso, maravilloso—,
aunque yo aún no podía verlo.

Una fecha con un número cualquiera,
pero que a mí me pesa como bandera.
Ese día, que ya casi vuelve a pasar,
fue cuando empezaste, sin hablar,
a ser mi madre, de forma sincera.

No fue un milagro ni gran explosión,
fue solo un momento en mi corazón.
A pesar de todo el dolor que viví,
vi una chispa escondida en ti,
que alguna vez me dio ilusión.

Sé que jamás pude contigo contar,
que me sentía invisible al pasar.
Y aunque me hería tu indiferencia fría,
te amaba en silencio cada día,
soñando un abrazo que no iba a llegar.

Dar mi vida por ti, lo haría sin dudar,
si eso pudiera tu alma sanar.
No porque fuiste todo lo que esperé,
sino porque en ti siempre busqué
la figura que nunca dejé de amar.

No es justo decir que nunca estuviste,
pues en cuerpo, sin duda, exististe.
Pero fuiste sombra cuando necesitaba luz,
un reflejo ausente, una cruz
que yo, sin querer, compartiste.

Me dolió no tener tus consejos sinceros,
ni tu voz calmando mis miedos certeros.
Me herían tus juicios, tan implacables,
por cosas pequeñas, tan vulnerables,
como si mis errores fueran fieros.

Sé que tal vez no fue tu intención,
y que ambas fallamos en la conexión.
Yo también me guardé lo que dolía,
fingí que estaba bien cada día,
y callé lo que pesaba en mi corazón.

Me dolió no poder decir: “te necesito”,
tragarme el llanto, sentirme un mito.
Y en vez de ti, buscar consuelo en extraños,
pasando por años y desengaños,
llevando mi alma al infinito.

Miraba a los lados, buscándote allí,
pero nunca te encontraba junto a mí.
Me hacía sentir poco, sin importancia,
como si mi dolor, en tu distancia,
no mereciera ni un "aquí".

Y aún así, madre, te sigo amando,
aunque por dentro siga llorando.
Porque el amor no siempre es presencia,
a veces se da entre la ausencia
y el anhelo que sigue esperando.

Yo también fallé, no pedí tu calor,
me encerré en mi propio dolor.
Te necesité, aunque lo disimulaba,
y mientras tanto, tú no mirabas,
porque solo veías mi exterior.

Reflejaba tristeza, dolor sin salida,
y tú solo veías mi sonrisa escondida.
Una niña que quiso ser suficiente,
pero que solo sintió ser indiferente
en los ojos de quien era su vida.




 

 

lunes, 5 de mayo de 2025

Self-harm

 Érase una vez una chica callada,

jugando con barras blancas encantadas.

Allí encontraba su paz escondida,

un escape sutil de su herida.


Su adicción favorita: verlas brillar,

desaparecer y luego regresar.

Eran sus cómplices, su único abrigo,

aunque su piel pagara el castigo.


Cada vez que un filo lograba encontrar,

imaginaba su piel comenzar a sangrar.

Rojo intenso, como sueño encantado,

un arte secreto, oscuro y sellado.


Miraba las estrellas al anochecer,

y en su fulgor se volvía a perder.

Tan radiantes, tan rojas, tan suyas,

como las marcas que ocultaba con grullas.


De día fingía, de noche caía,

nadie notaba su melancolía.

“Está mal”, decían sin comprender

que el filo era todo lo que sabía tener.


Buscó consuelo en mil direcciones,

en palabras, en abrazos, en canciones.

Pero solo encontraba aquel resplandor,

de su arma fiel, brillante de dolor.


Intentó escapar de ese cruel lazo,

pero era su juego, su único abrazo.

Se volvió esclava del dulce filo,

que al herirla le hablaba al oído tranquilo.

 Quienes somos | Ocio y cultura | Cadena SER

viernes, 2 de mayo de 2025

Dulce Agonía


Eres la penicilina de mis pensamientos,
la espina dulce en todos mis sentimientos.
Cuando no estás en el mapa de mi vida,
todo se vuelve una lenta y tibia herida.

Cada minuto, cada instante sin ti,
es un abismo donde el tiempo deja de latir,
esperando el regreso de su amada,
una entrada eterna… aunque demorada.

Es una dulce y cruel melancolía,
un suspiro que sangra cada día.
Aunque el mundo insista en separarnos,
el hilo del alma no puede quebrarnos.

Porque cuando dos almas se han encontrado,
ni el destino ni el tiempo las ha derrotado.

 La leyenda del hilo rojo del destino...


La Silla Ausente

  Dame un momento para entender, para respirar, para comprender. Porque ahora solo veo esa silla vacía, donde ya no estás, ni en noche ni en...