sábado, 30 de noviembre de 2024

Marcas en el alma

¿Cómo aceptar que los recuerdos regresan,

como un boomerang que nunca se pierde?

¿Cómo entender que lo que creía enterrado

puede resurgir y arder de nuevo?


Pensé que solo era un sueño,

un eco borroso en mi mente,

pero ahora lo veo con claridad.

Miro las marcas en mi piel,

esas que no duelen por fuera,

pero pesan por dentro,

y me impiden descansar.


Me culpo por dejarte entrar,

por no cerrar la puerta a tiempo.

Tal vez nunca debí permitirlo,

pero cuando hablo de ello,

sus risas hieren más que el recuerdo.


¿Cómo puede un niño tan pequeño

dejar heridas tan profundas,

cicatrices que ni los años

podrán borrar?


Tal vez fue mi culpa,

por no saber decir "no",

por no detenerte antes de caer.

Debí ver las señales,

pero, ¿cómo frenarlo

cuando creía en tu inocencia?


Tus manos cruzaron límites,

sin mi permiso,

pero dolió más ver

cómo mis palabras se convirtieron

en un chiste, una broma estúpida

que nadie quiso escuchar.


Tal vez fui débil por callar,

por no detenerte,

por no reconocer el peligro.

Quizás fue el miedo

el que me ató las manos,

el que cerró mi voz.


Creí que al hablar,

al liberar lo que ocultaba,

encontraría comprensión,

pero solo hallé juicios,

dudas y silencio.


Y ahora…

solo me queda este poema,

como testigo de lo que viví,

como un susurro

que grita dentro de mí.

 






jueves, 28 de noviembre de 2024

Un corazón despedazado

 El sol se oscurece, la niebla no cesa,
mis ojos dejan de ver la realidad.
Cuando te veo con ella, mi corazón se desvanece,
y la verdad me golpea con fuerza.

Creí que nuestro amor aún tenía vida,
pero resulta que no fue así.
¿Por qué me traicionaste en un instante?
Verte con ella partió mi alma,
y más me dolió tu desconfianza.

No me lo contaste cuando me traicionaste,
solo lo descubrí cuando te vi entrar con ella.
Entre tus brazos, mi corazón se despedazó,
y mi alma se sumió en una profunda oscuridad.

Miro al cielo, sin entender,
¿Qué hice mal? ¿Qué tengo de raro que no te pude enamorar?
Tal vez son solo ideas locas, tal vez los números no concuerdan.

Quizás solo tenía que darme cuenta antes,
de que fuiste tú el que me engañó.
Ahora te veo, y me doy cuenta,
que tal vez fuiste tú quien no me mereció,
y el que me perdió.

 Pegatina for Sale con la obra «Apriete el corazón» de Nebuliz | Redbubble

martes, 26 de noviembre de 2024

La voz de las mujeres


Dicen que nos quejamos cuando somos tocadas,
que nos critican y nos discriminan sin saber
la magnitud de nuestro trauma.

Muchos piensan que, por cómo nos vestimos,
merecemos lo que nos sucede,
pero no entienden
que no buscamos lo que vivimos.

Mi madre me pregunta por qué me escondo,
por qué no hablé cuando me tocaron.
Pero lo que no sabe es que lo intenté,
que grité,
pero nunca fui escuchada.

Ahora sé que no fue mi culpa,
que quien me dañó
no lo hizo porque yo lo provocara.

Entendí que el Estado no hizo nada
cuando quise ser escuchada.
Que, aunque nadie me creyó,
aunque todos estuvieron en mi contra,
un ángel apareció para iluminar mi camino,
transformó mi dolor en acción,
y me sacó de este hueco infernal.

Y es ahí cuando recordé,
con lágrimas y esperanza,
que no estamos solas.

 Las mujeres alzan la voz en América Latina y el mundo – DW – 09/03/2019



lunes, 25 de noviembre de 2024

Triste atardecer

 


El atardecer es el ocaso
de mi tristeza, confidente
de todas mis desdichas.
Cada palabra pronunciada
es un deleite
que define mi ser.

Miro al cielo y veo sus colores,
que son tan grandes como mi dolor.
El sol se esconde, como alguna vez
lo hizo la sabiduría,
y las montañas me susurran
que las palabras se enredan
y que no existe sinfonía.

Pero yo sigo mirando el atardecer,
mientras mi tristeza agoniza su partida.
Me quedo con la paz del crepúsculo
y la promesa de un nuevo amanecer.

 Silueta de mujer triste con la cabeza de rodillas al atardecer 1954155 Foto  de stock en Vecteezy

lunes, 18 de noviembre de 2024

Punto Final

 

Miro el espejo y veo emociones

Alejándose de mí, cada vez más lejanas.
Tantos sentimientos encerrados
en un frasco de vidrio, sin liberar.

Me ahogo cada vez en ellos,
y al instante de huir,
vuelvo a caer en el vacío.
Grito cada vez más fuerte,
pero nunca nadie me escucha, ni me ve.

Sé que no soy capaz de escapar
de este destino; tal vez esto es lo que me toca enfrentar.
Tal vez este cimiento nunca cambie,
tal vez este sea mi camino, mi realidad.

Pero sé que no quiero volver
a ese lugar donde me lastimaste,
donde el dolor y la soledad
me consumen, sin cesar.

Tal vez sea solo una pesadilla
de la cual voy a despertar.
Creí que esta amistad podría ser diferente,
confié tanto en ti, que sabía que era capaz
de lastimarme para mostrar tu inocencia,
pero veo que poco te importó.

Me dejaste caer cuando te pedí
que me sostuvieras, solo viste
cómo me ahogaba otra vez en el vacío,
que no quería volver, que no quería revivir.
La herida sigue abierta, el dolor persiste,
pero la confianza está rota, la amistad se desvaneció.

Este es el fin, el final,
este es el punto final de nuestra historia.

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La Silla Ausente

  Dame un momento para entender, para respirar, para comprender. Porque ahora solo veo esa silla vacía, donde ya no estás, ni en noche ni en...