jueves, 17 de julio de 2025

La Silla Ausente

 

Dame un momento para entender,
para respirar, para comprender.
Porque ahora solo veo esa silla vacía,
donde ya no estás, ni en noche ni en día.

Quisiera poder hablar contigo,
decirte lo que siento, ser testigo
de tu consuelo, de tu abrazo fiel,
pero sé que eso ya no puede ser.

Ya acabó esta linda etapa,
donde tú eras mi calma, mi mapa.
Mi confidente, mi fe sin medida,
el rincón seguro en esta herida.

Sé que dolerá,
porque tal vez me acostumbré tanto a tu presencia,
que ahora me duele tu ausencia.
Y tu ausencia pesa más cada día,
como un eco que vive en la melancolía.

Pero sé que es parte de crecer,
que hay cosas que debemos aprender.
Y aunque vivamos en distintos mundos,
tú siempre serás… mi vacío profundo.

Aún miro el techo,
y pregunto sin despecho:
¿por qué se terminó todo así?
¿por qué te alejaste… lejos de mí?

Y aunque la respuesta me parte,
sé que viniste solo a enseñarme
que algunos deben irse a brillar,
aunque a uno lo hagan llorar.

Y sí, me duele.
Me duele porque creí que no sería tan cruel,
que no cortarías el lazo tan rápido, tan fiel.
Pero lo hiciste, y aún arde en mi piel.

La gente tenía razón.
El mundo también tenía su versión:
tú eres un ser de luz, sin medida,
y yo… una sombra herida.

Te entiendo, y no te culpo,
sé que hay errores que empujo y multiplico.
Soy un botón que a veces no encaja,
una risa que a ratos se desgaja.

Pero, dime tú,
¿cómo explico lo que aún no asumo?
¿Cómo le explico a esa silla
que tu ausencia ahora brilla?

¿Cómo le digo que no volverás,
que ya no serás parte de este lugar?
¿Cómo aceptar que esta etapa se cerró,
que el eco de tu voz ya se apagó?

Sé que me duele… y quizás más que a ti,
porque tú ya seguiste sin mí.
Tú aprendiste a vivir tu verdad,
yo sigo aquí… aprendiendo a soportar.

Te conté mis traumas, mis heridas,
mis batallas no compartidas.
Y no, no creo que lo usaras en mi contra.
Fuiste la mejor… aunque te escondas.

Y sí, me dolió ver que esto acabara,
que la distancia al fin ganara.
Y si dijera que no, te mentiría,
porque aún me duele… la silla vacía.

Solo te pido, si acaso puedes,
si un día vuelves o lo recuerdes:
vuelve, por un momento, sin prisa,
y siéntate otra vez… en la silla que aún te avisa.


sábado, 12 de julio de 2025

Cuando el amor duele

 Dices que me entiendes… pero ¿cómo lo harías,

si jamás sentiste lo que en mí dolía?

Te pusiste en mis zapatos, según tú, un día,

pero ¿cuándo te calzaste los míos… en agonía?

Finges que no fue tu culpa, que fue un error del viento,

pero hay una espina clavada en mi pensamiento.

Y aunque a veces dudo… en lo más profundo,

yo sé que tu silencio fue el más cruel del mundo.

¿Cómo me pides que te mire de frente,

si jamás me miraste realmente?

¿Cómo me pides olvidar el pasado

si tú fuiste mi infierno disfrazado?

¿Cómo perdonar a quien me marcó con frío,

si tú, que eras mi todo… no estuviste conmigo?

¿Cómo olvidar lo que me destruyó

si nunca tu mano… me sostuvo, me abrazó?

Me da miedo olvidar y que el alma me traicione,

que regresen los recuerdos como una explosión.

Que el viento susurre lo que el alma enterró,

y mi mente reviva lo que el cuerpo calló.

¿Me pides que calle, que deje de hablar,

cuando nunca supiste cómo cuidar?

¿Me pides que lo olvide con falsa calma,

cuando tú no hiciste nada… por sanar mi alma?

Me condenaste al castigo de sentir culpa ajena,

a cargar con el dolor que no era mi condena.

¿Y ahora me pides que pase la hoja,

cuando aún tiembla mi voz y mi alma se enoja?

Dices que el futuro aún me espera,

pero en ese futuro… tú estás en la esfera.

Y a pesar de todo, lo triste y lo incierto,

te quiero ahí… aunque me duela por dentro.

¿Me pides que no esté confundida,

cuando no entendiste ni mi herida?

Fui solo una niña, buscando ser mirada,

pero tú me dejaste… sola y callada.

Hoy lo suplicas, lo noto en tu voz,

pero hay cosas que el alma… ya no borra con vos.

Aunque el tiempo me empuje y me grite "ya basta",

yo sé que hay dolores… que no se desgastan.

lunes, 7 de julio de 2025

Siempre sera el

 

Viví viendo la felicidad entre mis ojos.
Observaba a cada miembro de mi familia con algún gran orgullo.
Hasta que una noche no pude volver a mirarlos con los mismos ojos.

Tal vez me creíste.
Tal vez me protegiste.
No lo niego,
me encantó sentirme protegida a tu lado.

Pero esa esfera se rompió
cuando me di cuenta
de que nunca olvidaría lo que ocasioné
siendo mayor que él.

Sé que tu deber como madre era protegerlo.
Pero olvidaste
que no solo tenías un hijo.
Yo también era tu hija.
Y a mí me fallaste.

Sé que lo olvidaron por su bienestar.
Pero…
¿cómo se olvida algo
que a tu hija la rompía por dentro?

¿Por qué nadie dijo lo que pasó?
¿Por qué todos callaron?
¿Por qué eligieron el silencio?
¿Por qué todos recuerdan solo lo que les conviene,
y no la verdad?

¿Por qué esconder a la víctima?
¿Por qué manipular su mente?
¿Por qué hacerla descubrirlo todo,
volviendo al mismo lugar que la lastimó?

¿Por qué su madre no estuvo en la segunda ocasión?
¿Por qué tampoco estuvo en la tercera?
¿Por qué todos se rieron
cuando era apenas una niña?
¿Por qué lo trataron como un chiste,
cuando no era gracioso?

¿Por qué lo vieron como algo normal
cuando no lo era?
¿Por qué no viste más allá de sus ojos?
¿Por qué lo escondiste?
¿Por qué solo buscaste protegerlo a él,
y no los sentimientos que ella guardaba?

Y sí…
puede ser que ella no sintiera.
Puede ser que lo olvidara.
Tal vez lo hizo
porque su mente era tan frágil
que supo esconder los secretos de ese día.

Tal vez él también lo olvidó.
Pero ¿cómo se rompe un recuerdo
cuando otra vez intentó pasar?

Y esta vez,
sus recuerdos volvieron con fuerza.

¿Cómo salvas a esa niña
que muchas veces lloraba en la cama
recordando lo que pasó?
¿Cómo callas esa voz rota?
¿Cómo haces que la familia no la cuestione?
¿Cómo haces que sus propias hermanas
la ayuden a ocultar la cara que la asfixia?

¿Cómo la proteges,
si ni siquiera le perdonaste un error?
¿Cómo la proteges,
si la juzgaste por ese error,
como si fuera todo lo que era?

¿Por qué nunca viste algo bueno en ella?
¿Por qué solo la señalaste?
¿Por qué no la salvaste
cuando estaba en el fondo del mar?

Dímelo.
¿Por qué?
¿Por qué proteger a uno
y condenar al otro
a que su mente lo torture
una y otra vez?

¿Por qué todos actúan como si nada?
Como si no pasara nada.

Si él la trata mal,
es porque —según tú— ella lo provocó.

Pero fue su hermano menor el que la manchó.
Y aun así, para ti,
está bien.

¿Y cuándo ella debería tratarlo mal?
¿Cuándo ella debería odiarlo
por los recuerdos que le dejó marcados?

Mira bien.
Siempre será él.
Siempre será él, el niño bueno.
Y siempre será ella,
la niña condenada a los recuerdos.

Tiene que callar.
Tiene que fingir.
Tiene que proteger a los menores.
Porque tal vez fue su mente…
la que ustedes intentaron manipular.

domingo, 6 de julio de 2025

Odio haberte amado

 Te di mi vida entera,  

te di mis armas para que me protegieras,  

pero lo que no sabía  

es que esas mismas armas  

las utilizarías en mi contra.


Fuiste un cobarde al atacarme sin piedad.  

Me enseñaste que quien dice quererte  

no siempre te va a cuidar,  

que quien te odia  

no siempre lo hará por siempre,  

y que quien no te quiere…  

a veces es quien más te cuida.


Tal vez me equivoqué al darte las armas.  

Tal vez me equivoqué al confiarte mi vida.  

Tal vez me equivoqué… en muchas cosas.  

Pero no me equivoqué al ver  

cómo me lastimabas,  

cómo me herías sin piedad,  

con cuchilladas invisibles  

en lo más profundo de mi alma.


Tal vez nunca recuerde  

todo el daño que me causaste,  

pero me niego a volver  

a sentir lo que sentí contigo.  

Me niego a amar como te amé.


Aprendí —y lo aprendí de ti—  

que el amor puede ser un arma,  

un juego donde  

a veces ganas…  

pero muchas veces pierdes.


Y sí, me lastimaste.  

Y sí, me heriste.  

Tal vez fuiste un cobarde.  

Tal vez, uno más del montón.  

Qué ironía… yo te creí diferente.  

Creí haber encontrado a un hombre  

que valiera la pena.  

Pero me equivoqué de persona.


No sé cómo explicar qué fue lo que más dolió…  

No fue solo tu traición,  

fue el tiempo que perdí amándote.


Tal vez sí…  

tal vez te olvide.  

Tal vez en un mes,  

o en dos años.  

Yo sé que lo haré.  

Este mal sabor  

se irá con el tiempo,  

y con él…  

una gran lección quedará.


jueves, 26 de junio de 2025

Un Mapa Pintado Con Sangre



¿Cuántas veces imaginé pintar un mapa

con todos los colores del mundo?

Pero terminé haciéndolo

con mi propia sangre.


Tan profundo era el color

que no pude dejar de trazarlo,

pues su brillo,

aun doliente,

desbordaba esplendor.


El mapa fue tomando forma

sin perder su fulgor.

Disfrutaba pintarlo

en esas noches de soledad

donde mi alma se derramaba.


Sus líneas eran únicas,

dejaban marcas en mi piel...

pero valían la pena,

porque al fin logré pintar

mi propio mapa

con sangre.



jueves, 19 de junio de 2025

¿Cómo temerle a la muerte?

 

Dicen que debería tenerle miedo a la muerte,
pero ¿cómo hacerlo,
si a veces es mi único deseo
para no seguir teniéndote?

¿Cómo temerle a algo
que, para mí,
parece el más dulce regalo?

Tú me pediste que me fuera,
justo cuando mi alma
suplicaba que tus palabras
fueran solo una mala broma.

¿Cómo temerle a la muerte
si sería el alivio
a este dolor que dejaste?

¿Cómo tenerle miedo
a lo único que no me miente,
que no se va,
que no me juzga?

No es que la busque…
es que, a veces,
la deseo.

Carta que nunca enviaré

 

Dicen que los ojos son el reflejo del alma,
pero tú nunca viste la mía.
No supiste notar
que estaba rota,
que gritaba en silencio
cada vez que me mirabas sin mirar.

Dicen que los ojos no mienten…
Tal vez por eso
nunca fuiste capaz de amarme,
porque mis ojos hablaban de miedo,
de huellas,
de cicatrices que tú ignoraste.

Dicen que los ojos ven más allá,
pero los tuyos
solo se fijaron en mis grietas.
Te detuviste en mis quebraduras,
en lo que no sabías cómo remendar,
y huiste.

Te supliqué —aunque no con palabras—
que me vieras,
de verdad,
más allá del dolor.
Que me vieras viva,
aunque deshecha.
Pero sé que no podías.
Sé que no sabes cómo.

Y aún así, duele.

Porque yo solo quería
que alguien, alguna vez,
me mirara… sin miedo
y sin juicio.

La Silla Ausente

  Dame un momento para entender, para respirar, para comprender. Porque ahora solo veo esa silla vacía, donde ya no estás, ni en noche ni en...